domingo, 15 de enero de 2012

Una ciudad perdida


La estabilidad va cogida de la mano de las emociones, y estas a su tiempo de los sentimientos,el sentimiento más primordial es el de la comodidad, causa y consecuencia de la libertad de una persona.
Entenderéis el porque de esta frase tan filosófica al finalizar la lectura.

Me gustaría hablar hoy sobre las corrientes migratorias, y como mal reguladas se pueden convertir en el pulmón cancerígeno de un país.

Y es que el caso que me trae hoy aquí es el alto número de asiáticos de procedencia china en mi ciudad, Barcelona.


Imaginemos que viajamos a una ciudad y nos encontramos perdidos, no estamos familiarizados con el idioma, ni con la gastronomía, tampoco con los productos ni nos encajan los precios en nuestro presupuesto. Imaginemos que todas estas dificultades desaparecen. Viajemos dónde viajemos, vayamos a la ciudad que vayamos siempre hay un pequeño barrio lleno de españoles, en nuestro caso, en todas partes españoles, dispuestos a ayudarnos sean cual sean nuestras inquietudes allí dónde estemos.




Pues este es el caso de la cultura china.

Un país comunista con un mercado libre, sobreocupado y con habitantes emprendedores (una cultura en la que trabajar para los demás está mal visto) dispuestos a desplazarse dondesea que exista trabajo. Líder en exportación. Mano de obra barata, con poco conocimiento, pero familiarizados con la constante rutina.

Por lo tanto, intentan aprovechar al máximo las ayudas que se prestan unos a otros para la creación de nuevos negocios, hasta tal punto que llegará un día, cuando estos tengan la formación necesaria, que muchos españoles trabajaremos para ellos.
Aprovechándose de las bases de comercio de ciudades como las de Barcelona, empezaron con los restaurantes, y fueron llegando los bares, todo a 100, zapaterías, peluquerías, autoescuelas, venta al pormayor... Y quién sabe hasta dónde llegaran. 


En muchas otras ciudades, como Londres, a estos únicamente se les permite abrir nuevos negocios en sus barrios o guettos. Aquí, si lo permitimos todo, un día se nos escapará de las manos y ya será tarde.



Es una pequeña muestra de lo que puede hacer una sociedad motivada que sabe aprovechar las normas de la ciudad en la que reside.






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