lunes, 14 de diciembre de 2015

ELLA ME ENSEÑÓ



Ella me enseñó a querer. Me convirtió en una persona sensible y aún no sé cómo. Aprendí a disfrutar a llorar. Nunca estuvo encima de mí. Eso hizo que en todo momento sintiera atracción por ella.

A veces incluso ni me respondía. Sabía que por más que esperara que las horas pasaran no iba a obtener un simple saludo suyo.

Ella nunca se preocupó de que algo funcionara. Simplemente vivía, aprendía; daba los pasos diarios necesarios hacia delante. Sé que ella sentía miedo, miedo a los imprevistos, a sentir más de lo que tenía que sentir en cada momento, a perder su independencia. 

El recuerdo de esa inocencia e inexperiencia es único en varias etapas de la vida al enfrentarnos a situaciones desconocidas, por placenteras o dolorosas que puedan ser.

Me enseñó a no seguir ni patrón ni jerarquía, sino a actuar en función del momento, del instinto, del anhelo. A ilusionarme 0 veces, y a obtener 75 sorpresas, que fueron los días que compartimos.

No es justo decir que ella me hizo daño, porque no fue así. Ella me dio a entender que muchas veces nosotros no podemos decidir nuestro destino, que no somos ni más ni menos de lo que nos creemos. Me enseñó que somos insignificantes seres que se han topado, con ambición de ser felices.

Estoy seguro que me enseñó muchas más cosas de las que recuerdo o quiero recordar. Lo que sí sé es que me enseñó a echar de menos, pero a reencontrar con alegría


Me enseñó que cada despedida es un respiro amargo de la vida, me enseño a ganarme su sonrisa, sus besos; que nada es gratis. Me eseñó a tener que esforzarme para conseguirlos y saborear con más placer los éxitos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario