Sintió cero por alguien o por algún instinto. El agotamiento embarga, la vacuidad de
aquella chispa enérgica y nerviosa que me caracterizaba.
Hay tiempo para otros menesteres. Pero es extraño, es
como si se hubiera forzado un cambio inesperado, como un domingo que no tenías
que trabajar.
No importan
los ojos que se apoyaban, ni las palabras que los odios escuchen, apenas
ahora un espacio reducido es estimulante. La mente vaga como un perro viejo que
ya todo lo ha vivido, que no tiene otra ambición que dejar que corra el tiempo
en su rincón favorito de la casa.
Después
de aquella tormenta presente como un recuerdo vago para tan ausente capitán, las
velas del barco están agujereadas y los holgazanes marineros, sin retraso de
provisión y, sin embargo, hartos ya de tanto ron, esperan que la tierra los
encuentre a ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario