Por
aguantar mis dudas y sufrir mi pasividad, mi egoísmo escondido en el poco
sentimiento que le tengo al apego.
Por sufrir
mi bipolaridad continuada de noches cerradas manteniendo largas y profundas
conversaciones a no recibir respuesta alguna durante semanas. Por tardes de
jugueteo y amaneceres hartos de mensajes instantáneos.
Por
aguantar mis embistes animales que esconden mi debilidad y ansia.
Por
jugar al mismo juego que el mío, al que muchas, sin quererlo, se han visto
inmersas ajenas a su convencimiento y voluntad.
Por
hacerme daño y abrir en mí fisuras, que, al cicatrizar, han musculado mis órganos
vitales.
Por escuchar
mis problemas y formular palabras que alentaron esperanzas adormecidas.
Por
las que defraudé y no supe valorar, pero aun así tienen la cordura de
preocuparse por mí. También por aquellas de las que desaparecieron y el aire
borró su rastro.
Por
sus miradas intensas cargadas de temperatura que despertaron un deseo instantáneo,
alimentando mi confianza que me hizo sentir importante, único y trascendental.
Por
las que hice llorar como bizcochos debido a decisiones imprevistas, efímeras de
la noche a la mañana. También por aquellas que lo sufrieron debido a decisiones
irremediables del destino.
Por
las creadoras de desconcierto y desesperanza, haciendo de mí un individuo acorazado,
maduro y seguro de sus decisiones.
Por
las que aún esperan un mensaje de despedida que nunca encontré energías de
escribir.
Por
regalos inesperados y desconcertantes. Especialmente por su sinceridad y
arrojo.
Por
las que esperaron cuando yo no quería que esperasen.
Por su
firmeza y resistencia a soportar mis embestidas egoístas de mi brújula.
Por
las que se han coronado reinas de mi atracción, aunque nunca quisieron
compartir nada.
Por aquellas
que, sintiéndose soberanas, me besaron el primer día que las conocí.
Por
quién ha querido experimentar conmigo, recorriendo distancias mucho más lejanas
de lo que han recorrido con cualquier otra persona hasta su fecha.
Por
las admiradoras de mis ritmos y canciones, eludiendo mi nefasto talento
musical.
Por el
lenguaje claro que hablaron y sus actos coherentes
Por
aquellas sensatas que, al darse cuenta de la inconexión entre los dos, no
tuvieron la más mínima intención de jugar a juegos descatalogados.
Por
las que pertenecían a realidades desiguales y, aun así, se erigieron dueñas de
mi atracción.
Todas
aquellas mujeres que me han acompañado hasta ahora, aquellas que me siguen
sufriendo en el volátil presente y las que vendrán. Por ellas y, en especial,
por mi madre. La catalizadora de todo.
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