miércoles, 13 de julio de 2016

PORELLAS


Por aguantar mis dudas y sufrir mi pasividad, mi egoísmo escondido en el poco sentimiento que le tengo al apego.
Por sufrir mi bipolaridad continuada de noches cerradas manteniendo largas y profundas conversaciones a no recibir respuesta alguna durante semanas. Por tardes de jugueteo y amaneceres hartos de mensajes instantáneos.
Por aguantar mis embistes animales que esconden mi debilidad y ansia.
Por jugar al mismo juego que el mío, al que muchas, sin quererlo, se han visto inmersas ajenas a su convencimiento y voluntad.
Por hacerme daño y abrir en mí fisuras, que, al cicatrizar, han musculado mis órganos vitales.
Por escuchar mis problemas y formular palabras que alentaron esperanzas adormecidas.
Por las que defraudé y no supe valorar, pero aun así tienen la cordura de preocuparse por mí. También por aquellas de las que desaparecieron y el aire borró su rastro.
Por sus miradas intensas cargadas de temperatura que despertaron un deseo instantáneo, alimentando mi confianza que me hizo sentir importante, único y trascendental.
Por las que hice llorar como bizcochos debido a decisiones imprevistas, efímeras de la noche a la mañana. También por aquellas que lo sufrieron debido a decisiones irremediables del destino.
Por las creadoras de desconcierto y desesperanza, haciendo de mí un individuo acorazado, maduro y seguro de sus decisiones.
Por las que aún esperan un mensaje de despedida que nunca encontré energías de escribir.
Por regalos inesperados y desconcertantes. Especialmente por su sinceridad y arrojo.
Por las que esperaron cuando yo no quería que esperasen.
Por su firmeza y resistencia a soportar mis embestidas egoístas de mi brújula.
Por las que se han coronado reinas de mi atracción, aunque nunca quisieron compartir nada.
Por aquellas que, sintiéndose soberanas, me besaron el primer día que las conocí.
Por quién ha querido experimentar conmigo, recorriendo distancias mucho más lejanas de lo que han recorrido con cualquier otra persona hasta su fecha.
Por las admiradoras de mis ritmos y canciones, eludiendo mi nefasto talento musical.
Por el lenguaje claro que hablaron y sus actos coherentes
Por aquellas sensatas que, al darse cuenta de la inconexión entre los dos, no tuvieron la más mínima intención de jugar a juegos descatalogados.
Por las que pertenecían a realidades desiguales y, aun así, se erigieron dueñas de mi atracción.


Todas aquellas mujeres que me han acompañado hasta ahora, aquellas que me siguen sufriendo en el volátil presente y las que vendrán. Por ellas y, en especial, por mi madre. La catalizadora de todo.



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